Me gustaría aclarar, antes que nada, que no soy politólogo ni sociólogo. Por tanto, en este caso, lo que he intentado es pensar y plasmar lo pensado mediante la palabra escrita- esa si es mi labor desde la filosofía. Solo intenta ser eso: un pensamiento que se encuentra abierto a canales de reflexiones alternativas donde detenerse a especular la posibilidad de algo nuevo y mejor.
Hay una canción argentina, compuesta por el gran ‘Cacho’ Castaña llamada ‘septiembre del 88’. En ella el autor plasma en forma de melodía una carta a un amigo emigrante contándole que: “aquí la cosa sigue igual, no es tan transparente. La crisis se pasea por las calles y la tristeza del pueblo es como un barco que no llega a destino. ¡No sé qué pasó! ¡No sé cómo fue! Pero no te vuelvas…” y comienza a relatar, de forma poética, lo mal que está la Argentina. (Año 1988 fue el año del “plan primavera” efectuado por el expresidente Raúl Alfonsín debido a la moratoria por el pago de la deuda externa. Y a partir de ahí ya todos conocemos la historia).
En la canción cuenta que se le cayó el mate sobre la carta que estaba escribiendo, y decide escribirle otra, donde también expresa que la cosa sigue igual, pero que si todos los argentinos se ponen de acuerdo en común unión juntos podrán salir adelante. Y a pesar de todo, a pesar de que esa unión quedó -como siempre- en un deseo, Argentina siempre siguió y sigue adelante. La pregunta que nos podemos hacer es ¿por qué sigue adelante? O ¿por qué -como dicen todos- si Argentina fue el granero del mundo, y donde se tira una semilla crece una planta, hay hambre, hay pobreza, hay desnutrición y desigualdad?
Es cierto que existe hoy en día una fuerza política externa a los países que los subvierte en su cultura y mentalidad importando deseos y perspectivas que no son las propias. Generalmente esa fuerza siempre tuvo una connotación en el marco económico, mayoritariamente. Hoy se suman otros factores que hacen que la famosa grieta sea, por un lado, inidentificable, por ende, imposible de reparar, y por otro, omnipresente: factores ideológicos y tecnológicos que abren un paradigma de poder individual donde en lugar de reinar el famoso ‘bien común’ priman los intereses particulares. Pero esto no es novedad.
Lo que sí es novedad es la obsecuencia recurrente en la que caen las sociedades- en general- (vivo en España y ocurre lo mismo) en tanto que la grieta no es la dialéctica hegeliana, revolucionaria que culmina en una ‘síntesis’, para volver nuevamente al movimiento dialéctico. La grieta podría ser considerada en este caso como una figuración metafísica maniquea, donde lo uno y su contrario conservan la misma entidad y el mismo valor ontológico.
Existen dos realidades que atraviesan todo el pensamiento humano relacional y existencial y que son imposibles de unir, imposibles de encontrar puntos de unión que aporten algo nuevo y noble. Imposibles porque no se los quiere unir. Es cierto que siempre han existido, lo que es cierto, también, es que hoy están cada vez más delimitados y alejados unos de otros.
El mundo está dividido en dos mitades que podríamos ejemplificar en divisiones como: derecha vs izquierda, proletario vs burgués, primer mundo vs tercer mundo, machismo vs feminismo, peronistas vs radicales, macristas vs kirchneristas, publico vs privado. Nos cuesta hoy en día pensar realidades distintas como no antagónicas, o como referenciales de lo mismo. Como si pensáramos la ridiculez que en la música argentina el tango es la oposición al folklore, en lugar de ser una variable dentro de un todo que compone el corpus musical argentino.
Mi sospecha, o mi tesis -si así se prefiere- es que el hombre postmoderno, dentro de su realidad perspectivista y relativista ha abandonado los conceptos generales metafísicos y, por ende, antropológicos y los ha remplazado por la falsa utopía individual o partidista. Y esta cuestión se ve claramente en el marco político donde se ha pasado, como se titula el libro de Carlos Rangel del buen salvaje al buen revolucionario. Donde ‘si no gano yo, acá no gana nadie’.
Cuando el bien común no es el punto de unión trascendente, los intereses particulares y partidarios ocupan ese rol, solo que no se trascienden a si mismos, sino que son manipulados a través del discurso de dominación ideológica donde ya no hay un ‘para todos’ sino que hay un ‘para algunos’. Como afirma Paul Ricoeur en su libro Ideología y utopía: “la ideología es un proceso de distracciones y disimulos mediante los cuales nos ocultamos a nosotros mismos”.
En este punto, por ejemplo, los procesos electorales ya no son un ‘triunfo de la democracia’ son una competición particular de partidos, donde ya no se busca una ‘unidad nacional’ verdadera; sino las estrategias políticas que permitan un nuevo mandato. Es un todos contra todos. Donde por naturaleza el anterior ha hecho todo mal y hay que comenzar de nuevo con los esquemas del nuevo partido. No hay demagogia sin el auxilio de un sofista. Hoy para gobernar no hacen falta virtudes, hace falta astucia. Entonces Maquiavelo parece que le ha ganado a Aristóteles.
El discurso ideológico maniqueo cumple su función de enlace entre ideología y memoria colectiva, haciendo de la ideología un acontecimiento fundacional para la memoria social y de la identidad comunitaria. ¿Hay salvación posible? Si. Y la sabemos todos. Solo que no queremos reconocerla aún, porque como diría Chesterton: “ya no se adora al becerro de oro, sino al oro del becerro”.
Hoy estamos desesperados buscando soluciones inmediatas bajo ese eslogan de ‘si la economía va bien, vamos bien’ ¿vamos bien? Si se hiciera un repaso de estos últimos años ¿han primado más los acontecimientos sociales que dividieron o los sucesos económicos que unieron? El dinero es un medio, no es un fin.
Un aspecto que me parece importante para pensar -y solo para eso, que no es poco- es que los individuos a los que les toca el desafío de llevar adelante el poder político no han caído del cielo en paracaídas. Es decir, si hay corrupción en la política, es porque hay corrupción en la sociedad. Si se miente en política, es porque se miente en la sociedad.
Para un cambio ontológico de una sociedad en su conjunto se debe reconocer que el cambio verdadero es ascendente y que el proceso de modificación lleva su tiempo, pero que es necesario. Educativamente, se ha abusado de la inteligencia y cuando se abusa de algo, esto queda dañado.
Solo se ve una realidad distorsionada, parcial y tendenciosamente amenazadora. Pero el abusado puede sanarse, aunque no solo. Una ‘metanoia’ (cambio de mentalidad), o una sanación auténtica que parta del Individuo a la familia, de la familia a la comunidad y finalmente de la comunidad a la nación. Es cierto que el párrafo anterior, puede sonar a lectura de manual de ed. Cívica de las escuelas, pero creo que si honestamente, no nos centramos en el marco familiar y escolar poco se podrá hacer. La grieta será cada vez más profunda.
Ricoeur afirmó que “imaginar el no lugar es mantener abierto el campo de lo posible”. Creo, creemos, que hay una salida posible, que no está en los mesianismos políticos sino en un dialogo inteligente con la realidad; en donde yo “no puedo tomar mi libertad como fin sino tomo igualmente la de los otros como fin” (Sartre).
Ojalá en octubre, en Diciembre o en mayo, en cualquier fecha, la canción de ‘Cacho’ pueda ser tomada como profecía: "Si acaso te encuentras con otro emigrante decile que vuelva, que vuelva que pronto seremos mejores que antes. Que todo fue culpa de cuatro atorrantes, que sólo lograran que el pueblo no cante Volvé cuando quieras que juntos podremos salir adelante".