Compersión tiene un significado: ser feliz por el bienestar de otrx. En principio podría decirse que esta es la perspectiva de un esencialista del lenguaje (un joven Wittgeinstein, por ejemplo, en su primera etapa del Tractatus tratando de ensayar la relación directa entre lenguaje y realidad) pero compersión actúa, cumple, ejerce: mucho y tanto más de lo que podría llegar a representar.
¿Cómo es que no existe un concepto para esa "felicidad" que no necesariamente me incluye? ¿qué debería decir que siento cuando a alguien que quiero, le va bien? ¿Qué clase de poder reactivo son los celos y la envidia que coparon el sentido? Compersión no solo configura un atajo relacional sino que aparte crea formas posibles en, desde y con los vínculos. Está en esa zona de tensión problemática, de la intersubjetividad. ¿Por qué problemática? Porque ahí se juegan nexos, alianzas, estrategias políticas y económicas. Es un terreno a disputar: lo saben, lo sabemos las feministas.
La escritora española Brigitte Vasallo, conocida por sus análisis sobre el poliamor y diversas críticas a las afectividades que se gestan en la actualidad, dice -bromeando- que compersión suena a una parte de un automóvil y que en una charla se propuso hacer un cambio en la traducción de la palabra "COMPERSION" en inglés, que nace de las relaciones poliamorosas para aludir al sentimiento de placer o felicidad de alguien cuando su pareja tiene relación con otra persona, hacia la palabra FELICIDARTE. Hay una ganancia sonora aunque la lucha sin duda se traslada al uso. Compersión no implica ni renuncia, ni sacrificio ni convertirse en un buen samaritano. Alguien me dijo al escucharla, ¿cómo te lo digo? ¿Siento compersión por vos?. Bueno, es en principio una apuesta -digamos- bastante radical en cuanto al sentir se refiere.
Pensemos que toda palabra después del "siento..." hace alusión a mí. Aunque, hay distinciones, por ejemplo cuestiones tales como "vergüenza ajena" (es un sentir bastante extraño) o "impotencia por lo que te pasa" (le pasa al otrx pero me afecta a mi) o bien "lástima" podrían incluso conformar sentires que pretenden trascender mi subjetividad. Compersión está dentro de estas categorías difusas. Porque si bien soy "yo" quien siento esa felicidad por lo que te pasa, esa felicidad ya no es mía y depende para su existencia de que tu felicidad se vea, por decirlo de algún modo, realizada. Si la persona "2" también empieza a ser parte de esta cadena y la siente, podría entonces decirse que la compersión se convierte en una pelota infinitamente rebotable. Y no solo entre dos personas.
Lógicamente que los problemas a analizar luego, de si esa compersión se puede mantener, de qué manera, etc, son millones. Pero ese no es el punto aquí, de poner en cuestión el poliamor, sino más bien repensar de qué palabras estamos hechos. Que material fonético prima entre nuestros lazos afectivos. De cuanto en cuanto lo revisamos, lo deconstruimos, pero finalmente son cuasi eras geológicas las que transcurren para que ciertas nociones formen parte del engranaje. Algunos conceptos tienen más "suerte" que otros en tanto se crean -pensando en Deleuze- de la necesidad. Pero contra los actos de creación, hay un discurso o mejor dicho "contradiscurso" demasiado tosco por su insistencia: el famoso "es una moda". La discusión cotidiana atacando al lenguaje inclusivo es la ejemplificación típica de esta clase de posiciones. ¿Cómo enfrentarse a este embate que reafirma en su desprecio a las maneras liberales de las relaciones y además que supone que lo que vale es lo que no cambia, o que permanece?. Dice Charles Baudelaire que el "error" del siglo XVIII es la veneración de los hombres sobre la naturaleza.
Porque la naturaleza, la entendían como aquello que no cambia. En este sentido el hombre natural era el hombre universal, el hombre de cualquier rincón del planeta y de cualquier época histórica y no hay nada más inhumano que ese hombre universal. "Lo verdaderamente humano del hombre -sostiene Boudelaire- se encuentra por el contrario, en su dimensión artificial y cultural y, como consecuencia, en aquello que no cesa de transformarse en el tiempo y en el espacio".
Teniendo en cuenta esta perspectiva así como no hay nada más inhumano que el hombre universal, no hay sentir más inhumano que el sentir puramente individual porque somos juez, parte y contraparte de todos nuestros vínculos actuales y potenciales. La compersión abre ese nicho de posibilidad en el que cada vez que es pronunciada-sentida, reorganiza elementos que definen los vínculos. En sánscrito la palabra Mudâ o Muditā que remite a alegría, está conectada con otrx.
Para el budismo cultivar la mente implica la creatividad y el equilibrio por un lado, pero también sentir compasión (que es el sentir con otrx sufrimiento o pérdida) y Muditā que es lo mismo pero en vez de dolor es sentir alegría con otrx. Parece el sentido de esta palabra tener algo en común con lo que hoy intentamos llamar compersión. Poco importa cuándo ni de dónde se importa porque las palabras tampoco viajan solas, hay relaciones cotidianas, urgentes, distantes, jerárquicas, horizontales que deben curar las heridas que se siguen abriendo en un país que tiene como resultado de sus políticas anti "otrxs", una vida lo suficientemente desentramada.