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Prof. Juan Maya

El Cumpleaños de Oscar Thompson


Esa noche del 23 de agosto a las 23hs., Oscar Thompson estaba a minutos de cumplir los 56 años, estaba en su escritorio haciendo un trabajo pendiente, tenía frente a si una replica de la cabeza de LEÓNIDAS, una replica diminuta de TEMISTOCLES, una de SÓCRATES pensativo, y una replica de una GLADIUS, al frente del mismo escritorio una replica de la Espada de Cesar tamaño natural reflejaba la luz de la calle.

Oscar tenía fobia a su cumpleaños, siempre la paso mal, hacía un breve tiempo que había entendido y aceptado que la culpa era solo de él mas allá de las contingencias que debiera transitar.

Al día siguiente debía arbitrar 10 partidos de fútbol, tarea que le resultaba patética para su edad y su capacidad pero que había aceptado no solo por que le permitía transitar la semana con dinero sino que lo aplicó como un entrenamiento físico de la resistencia.

Pero sabiéndose que debía pasar su 56 cumpleaños corriendo 10 horas detrás de la pelota y tolerando a padres lisiados emocionales, esa noche esto no le impido que naturalmente pensara en qué dejaba en este mundo después de habitarlo 56 años.

El mundo que lo rodeaba se alejaba día a día de él , como todo mortal sometido al tiempo, en una sociedad donde la sabiduría no envejece porque no existe, la vejez es casi una muerte en vida peligrosamente fatal para aquellos que no tenían descendencia ni legado.

En esos pensamientos estaba Oscar mientras observaba los objetos del escritorio, que representaban legados históricos del pasado. Puso la música de la película Alejandro, de Oliver Stone, y se fue quedando dormido.

Oscar tomo conciencia que estaba caminando junto a un grupo de griegos, que seguían a un hombre al que escuchaban con expresa atención. Sin entender siguió caminando, enseguida se dio cuenta que estaba en la Grecia clásica. Sin saber cómo entendía el idioma, escuchaba al maestro que explicaba sobre la función de educar a los jóvenes de la ciudad, y hacia hincapié e insistía en producir en los jóvenes las respuestas correctas producto de las preguntas más claras y pertinentes para interpelar la vida y no resignar la condición humana del libre albedrío.

De repente Oscar, sin pensar mucho, dijo: MAESTRO, ¿y si por educar en preguntar y que los jóvenes piensen y se humanicen nos dejan solos, nos empobrecen o nos matan?

Oscar sintió el silencio de los demás jóvenes griegos y creyó desmayarse de la vergüenza por ser tan pueril. El Maestro se acercó de entre los demás jóvenes y con calma le contestó:

Oscar, ¿qué te pasa que tienes dudas?, ¿o acaso no estás solo, no te has empobrecido como nunca y todas las noches no tienes dudas de que tus clases no te enviaran a una lista de los proscriptos de los que el Estado extingue en tu tiempo cuando no tienen la legitimidad de matar?

Oscar se quedó pasmado, el maestro describía con total crudeza su sentir diario, Oscar, ¿cuántas veces me citaste con orgullo en tus clases, dijiste que tú eras un griego fuera de tiempo y que tus clases sean de lo que sean se basaban en la Mayéutica? Y sabas como terminé. Sócrates en todo su esplendor, le dijo entonces: termines como termines tu vida te has ganado un grupo de amigos que te esperan cuando dejes tu mundo, aquí están tus amigos, míralos. Todos ellos fueron rechazados por preguntar y llevar la Mayéutica a sus clases, ellos y yo te esperamos, te has ganado el derecho de nuestra amistad.

Oscar insistió: pero entonces, si no hay con quien preguntar debo esperar hasta mi muerte para poder venir aquí, ¿por que no me dejan venir ya?

Sócrates: Amigo, no te ocupaste de tener tus amigos, ellos por su propio camino tendrán lugar aquí, pero nunca tendrás la cicuta de tu tiempo sólo. Mis amigos me acompañaron hasta el final y yo dejé el mundo triste pero feliz de ser lo que fui, una tremenda contradicción típicamente griega. Ahora ve por tu propia vivencia de la contradicción, tienes los mejores amigos, no confundas la felicidad que te otorga dicha amistad con la tristeza aparente de ejercer la mayéutica.

Oscar vio cómo todo el escenario se desvanecía, y ahora observaba un acantilado con una flota que cubría el mar y miles de guerreros persas delante de él, apilados en montañas de cadáveres. Se miró a si mismo y estaba cubierto de sangre y sudor. Tenia un tajo de 5 cm. en el muslo izquierdo y le sangraba la boca de la cual había perdido tres dientes del maxilar inferior. De repente, sintió una mano posarse en su hombro, inmediatamente se dio cuenta que quien lo estaba tocando debía ser un hombre no solo extremadamente fuerte sino extraordinario, y cuando le dirigió la mirada, el coloso le dijo, "HOY MORIREMOS LIBRES, FUIMOS ENTRENADOS Y EDUCADOS PARA ESTE MOMENTO, ASÍ QUE DISFRUTA LA BATALLA. EN TRES DÍAS ZEUS, Y LOS OLÍMPICOS NOS RECIBIRÁN CON HONORES".

Oscar entendió que estaba en Las Termópilas y que acababa de ser aconsejado por Leónidas. Se acercó al Rey espartano y le dijo: mi REY, TU SABES QUE YO NO PERTENEZCO AQUÍ.

Leónidas dibujó la típica sonrisa espartana, de aquellos que saben la verdad de la muerte, y le dijo; Oscar, tú crees que las Termópilas es solo la Batalla que yo dirigí y dejé en la historia. Oscar, a todo occidental se le otorga su Termópilas, solo que de cada 3.000.000 solo 300 se quedan a morir en el desfiladero para salvar la cultura occidental, el resto se pasa a los persas. Aquí tienes a tus amigos, los 300 espartanos, por tu Termópilas te has ganado el derecho a estar en nuestra batalla, pero no olvides que todavía en tu mundo tienes varios días más en el desfiladero, y ya sabes el final, disfruta hoy con nosotros y llévate este momento a tu propia Termópilas y muere libre como uno de nosotros. Allá, en tu mundo, te esperan tus amigos. Son algunos de los 300 de tu tiempo, no más de los dedos de tu mano. Párate digno y firme junto a ellos y cuando termines te veremos otra vez.

Dicho esto, Leónidas se alejó caminando, los 300 se formaron detrás de él, ya venía la horda de los 10.000 inmortales. Oscar se formó, como uno más, y ese día disfrutó matando a cuanto bárbaro teocrático su espada espartana destripó. Varias veces cruzó en el combate la mirada con el rey espartano y finalmente cuando el día terminó y los persas se retiraron comió con ellos, y al quedarse dormido sabía que ya no los vería hasta que dejara su mundo...

Oscar tomó conciencia de que estaba sobre un barco ateniense, cuando le gritaron: !Ciudadanos, preparen las armas, la libertad sin responsabilidad ni consecuencias no es parte de nuestra ciudad. Si no hay responsabilidad ni consecuencias entonces solo aceptamos la libertad con la muerte! OSCAR, APRESURADO, SE COLOCO EL YELMO DE HOPLITA Y TOMÓ EL ESCUDO Y LA ESPADA, AJUSTÓ SUS CANILLERAS Y ACORDONÓ SUS SANDALIAS .

Cuando levantó la vista, parado frente a él estaba El GENERAL TEMISTOCLES. Oscar quedó pasmado por la normalidad de ese General. No era un guerrero espartano, era un ciudadano, era un soldado ciudadano, era un arquitecto, un estratega que ahora le ordenaba en la batalla.

Temistocles lo miró y dijo: TRANQUILO, YA SABES QUE ESTÁS EN SALAMINA. Hoy es el peor día, sabes que estás en el punto de inflexión de la civilización occidental, sabes que de esta batalla se desprende tu existencia. Todo tiempo tiene su Salamina, cada tanto una parte de Occidente se pierde y es tentada a la degradación de la teocracia y su barbarismo. A los que luchan en su Salamina les decimos que tienen el derecho a participar de la primera Salamina y que estos carpinteros griegos ahora son amigos tuyos en mundos de hordas de teocráticos, normalmente corruptos.

Disfruta la batalla y esta noche, cuando comas con nosotros un poco de sal, dejarás Salamina para seguir con la tuya, junto a tus amigos ciudadanos. Ellos van en el mismo barco, cuídate, cuídalos y déjate cuidar, la batalla es larga y las teocracias nunca perdonan.

Ese día, Oscar se dedicó a saltar de barco en barco degollando persas hasta que Temistocles dio la orden de regresar al puerto de Pireo para repararse para el día siguiente. Esa noche, mientras curaban sus heridas hizo el amor con la Diosa griega Afrodita, o una griega tan bella como la diosa y se durmió junto con sus amigos.

Oscar tomó conciencia en un campo vestido de gladiador con una coraza vieja y un peto ruinoso de gladiador, llevaba un gladius en la mano. No sabía cómo sabía que lo utilizaría con una destreza mayúscula. Miró a su alrededor y vio una horda de 5000 harapientos armados con cualquier instrumento cortante que respondían a las órdenes de 100 gladiadores musculados al fuego del circo y pan romanos. Miró enfrente y quedó atónito. Un ejército romano de las mejores épocas avanzaba en formación de combate, llegó a divisar al Cónsul Craso en su frente y supo que estaba en el peor momento de la lucha de los esclavos del gladiador Espartaco.

Oscar estaba confundido, por que en este momento, griego y gladiador no eran compatibles. Un caballo blanco se paró junto a él y un gladiador rubio de origen tracio se bajó y golpeó el caballo y lo alejó. Oscar le preguntó: ¿General, por qué alejas el caballo?, Espartaco gritó: después de la batalla los vencedores tendrán todos los caballos que necesiten y los vencidos no necesitarán ninguno.

Oscar se quedo mudo, había estudiado y repetido esa frase en sus clases miles de veces. Espartaco dijo: ven aquí, ¿te acuerdas cuando descubriste que el combate en tu vida era perpetuo? Ese es nuestro destino, nosotros solo podemos combatir, pero decidimos no hacerlo EN LA ARENA, hacerlo POR LA LIBERTAD, Y ESO NOS TRAJO HASTA AQUÍ. SABES QUE MORIREMOS, PERO SEREMOS LIBRES. ESTAMOS PREPARANDO EL CAMINO DEL HIJO DE TU DIOS, ÉL VIENE DETRÁS DE MÍ. NOSOTROS DEMOSTRAMOS QUE LA LIBERTAD CON ESPADAS ANTE LAS TEOCRACIAS ES LIBERTAD CON MUERTE, PERO ÉL DESTRUIRÁ LAS TEOCRACIAS CON UNA REVOLUCIÓN MORAL. Disfruta el momento, todos los que ves aquí son guerreros perpetuos, no tienen paz ni descanso y son tus amigos. Cuando vuelvas a tu tiempo no olvides mantenerte cerca de los que como tú tienen el destino del combate perpetuo.

Oscar combatió en primera fila, ESPARTACO Y CRIXO lo cruzaron varias veces, y antes de desvanecerse vio pasar el caballo de Cónsul Craso arrastrando un cuerpo. Luego recibió un golpe y se desplomó.

Oscar despertó en Roma, tenía el uniforme de la 12da legión de las Galias, la legión de honor de César. 10 años estuvo con él. Ganó el honor y el respeto del mundo romano. César lo llamó y le pidió que trajera su espada. Oscar se miró y vio que era un centurión de la 3era cohorte de la 12da legión. Dijo apresurado: sí César, enseguida la llevo. Tomó su espada y se acercó a César, que se estaba colocando la toga.

Cesar lo miró sonriente y le dijo: hoy vendrás conmigo, te prohíbo que intervengas, solo quiero que veas cómo me matan los que son mis más cercanos amigos.

Quiero que veas a Bruto clavar el puñal, sí, mi hijo afectivo será quien me mate. Oscar, estás aquí para aprender que siempre te van a abandonar tus supuestos y más cercanos amigos. Tendrás siempre un loco como Marco Antonio y un cerebral Octavio que serán tu legado. Estás aquí para vivir el momento donde tu muerte establece tu legado.

Debes aprender eso para volver a tu tiempo y morir tranquilo, ocupado en tu legado sea el que toque por decreto de los dioses. Júpiter lo sabe, no escatimes esfuerzo en asegurar tu legado.

Oscar siguió a César y vió de cerca los Idus de marzo, y junto al cadáver de César vió cómo Marco Antonio inauguraba la guerra civil que daría comienzo al Imperio Romano y a la leyenda de César como estadista y general de occidente.

El camión de la basura siempre pasaba a las 23:50hs. El musculoso Cesar, el shar pei, ladraba como el guardián que era, mientras Cuzco saltaba la reja y corría al camión por una cuadra. Eso pasaba todas las noches. El alboroto despertó bruscamente a Oscar, quien se dió cuenta que estaba en su escritorio y que solo había dormitado 5 minutos.

Cuando todo se calmó y el silencio volvió a dominar el escenario, Oscar tomó su pipa, la encendió, y les envió a sus amigos un correo donde les decía que estaba festejando su cumpleaños con ellos y que otros amigos le recordaron fuertemente lo importante que eran y son para él.

Ahora Oscar sabe que el año 57 vale festejarlo por los amigos a los que acaba de enviarle este mensaje y por los que lo esperan cuando abandone este mundo.

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