Breve reflexión a propósito del lanzamiento del cordero desde un helicóptero a una piscina del empresario argentino Federico Álvarez Castillo, en José Ignacio, Uruguay.
El supuesto responsable de “tirar” el animal desde la nave fue otro empresario, en este caso uruguayo, de apellido Cantón que, dicho sea de paso, tiene una causa en Argentina por matar a una mujer con su lancha en un río del Tigre.
Cantón sería amigo de Álvarez Castillo y según todas las informaciones le quiso hacer una “broma”. El empresario argentino grabó el lanzamiento pero luego salió a desmentir su vinculación a través de un comunicado también controvertido. Su esposa, Lara Bernasconi salió a defender a su marido pero con declaraciones contradictorias lo que hace suponer que todo estuvo armado de antemano.
El tema provocó diversos repudios, incluso la modelo y actriz Julieta Prandi dijo que le hizo recordar a la última dictadura que tiraba seres humanos al río. Otros consideraron a Álvarez Castillo un “enfermo mental”, etc.
Como sea que haya sucedido, el episodio generó polémica y el caso llegó a la Justicia uruguaya que investiga lo ocurrido. Ahora, ante lo sucedido cabe preguntar: ¿Qué clase de Ser (por ahora dejaré en suspenso el calificativo de humano) puede tener la idea de arrojar desde un helicóptero a otro Ser sea éste humano o no?
Según la ciencia, ¿cuándo un “Ser” es considerado “humano”? El Homo Sapiens (en latín Homo = Hombre; Sapiens = Sabio) es una especie que evolucionó de otros primates. Pertenece a la familia de los “homínidos” que, además de los “seres humanos”, incluye a cuatro géneros y ocho especies vivas entre las que están los orangutanes, gorilas, chimpancés, bonobos, etc.
Recordemos el caso de la orangutana Sandra que se hizo conocida mundialmente porque fue considerada por la justicia argentina como “persona no humana y ser sintiente”, es decir con derechos reconocidos en su momento según el fallo de la jueza porteña Elena Liberatori. Es interesante tener presente el caso de la orangutana Sandra para ir definiendo entonces qué clase de Ser puede ser considerado o no un “humano”.
Humanos, según la ciencia, serán entonces aquellos que posean capacidades mentales que les permiten inventar, aprender y utilizar estructuras lingüísticas complejas, lógicas, matemáticas, escritura, música, ciencia y tecnología. Los humanos son animales sociales, capaces de concebir, transmitir y aprender conceptos totalmente abstractos.
LA CENTRALIDAD DEL SER HUMANO
Ya en el siglo IV a. C. el filósofo griego Aristóteles definía al hombre como un “animal racional”, es decir aquel ser capaz de reflexionar de manera abstracta para comprender la realidad en la que vivía.
En el pensamiento griego antiguo hay un escalonamiento ordenado de los seres, que van subiendo desde las cosas inanimadas hasta alcanzar las formas de vida y culminar en los modos de ser y de operar del espíritu. Dentro de ese orden al hombre le corresponde un puesto central. La esencia de ese hombre es fundamentalmente su alma, no el hombre todo. En ese contexto del pensamiento griego hay una dualidad entre alma espiritual y cuerpo material.
En tanto, fue Sócrates el primer filósofo que descubre una voz divina de la conciencia del hombre, pero ligada a su hacer ético, a lo práctico. Por su parte, para el sofista Protágoras, “el hombre es la medida de todas las cosas”. Se entiende al hombre fundamentalmente como un ser racional, con lo que –supuestamente- supera a los demás seres del mundo. El caso Álvarez Castillo estaría indicando lo contrario.
EL HOMBRE COMO PERSONA
El hombre es único e irrepetible, en su realidad humana concreta se fundan sus derechos inalienables. Ser persona, desde la mirada cristiana, es poseerse, ser en sí mismo. Es decir, tener conciencia de la propia mismidad como algo irrepetible e intransferible. El hombre con su propia naturaleza tiene necesidad de realizarse en su propio nivel, no es ni puede ser solo una pieza de un engranaje o de un sistema. El hombre con su conciencia moral y su libertad construye su propio destino. Como persona el hombre es llamado a actuar en la historia y en el centro mismo de su cultura, que es a la vez su creación y su contexto.
HOMBRE Y NATURALEZA
Ser hombre es un “don” que recibimos de la naturaleza y de nosotros depende estar abiertos o no al mundo que nos rodea. Como diría Max Scheler (1874 – 1928), el hombre tiene un “puesto en el cosmos” y ese lugar es el centro de la creación, pero en comunidad y pluralidad con el resto de los seres.
Esta centralidad implica un privilegio para el hombre pero también una responsabilidad. Como afirma el Papa Francisco en la encíclica “Laudato Si” se trata “Sobre el cuidado de la casa común” nuestro planeta. “Alabado seas, mi Señor, por la hermana nuestra madre tierra, la cual nos sustenta, y gobierna y produce diversos frutos con coloridas flores y hierba”( ).
El texto de la encíclica nos interpela y nos llama a cuidar de nuestros hermanos de la naturaleza, pues también son parte de la creación amorosa de Dios: “Esta hermana clama por el daño que le provocamos a causa del uso irresponsable y del abuso de los bienes que Dios ha puesto en ella”. Desde esta perspectiva hay un doble llamado al hombre, por un lado a replantear su centralidad, desde la interpelación divina a cuidar a sus hermanos de la creación y por otro lado, a cuidarse a sí mismo.
Por lo tanto, el auténtico desarrollo humano tiene un carácter moral y supone un respeto a todos los seres de la naturaleza. Aquí está la centralidad humana esencial.
CONCLUSIÓN
Álvarez Castillo y su amigo Cantón no podrían ser calificados dentro de las categorías de “humanos” aquí descritas. El episodio que protagonizaron fue de una brutalidad e ignorancia impropia de un Ser Humano. Fue una versión multiplicada por la violencia del famoso dicho de la oligarquía Argentina cuando “tiraban manteca al techo” en un contexto social y general de pobreza. No sabemos si las leyes uruguayas son rigurosas para estos casos pero ambos merecen no sólo la condena social sino también las que correspondan según la ley. Comparando el caso con el de la orangutana Sandra explicado más arriba, me animaría a calificarlos como seres no humanos y no sintientes, inferiores a Sandra. Sin ética, sin moral, sin ningún interés por el prójimo. Merecen el mayor repudio y escarnio posible si queremos mejorar como sociedad.