Los Estados y los políticos de una formación lamentable y de una cobardía abyecta gestionaron y gestionan el miedo desde hace años. Este estado de miedo y su gestión se naturalizó.
Con la complicidad de la violencia política desarrollada por los mismos sujetos que después gestionan el miedo con salarios insultantes dejan a la sociedad en la inerte situación de vivir y permanecer a la intemperie.
Si a este contexto se agrega un hecho de fatal terror como la pandemia estaremos atrapados en un eterno estado de excepción y selección parental.
Dejaremos este estado de miserable democracia delegativa para retornar a la violenta exceptocracia de las décadas pasadas.
Plagados de mesías y aventureros, retornará el vandalismo posterior a la peste negra y la vida será violenta en estas tierras.
Momento en que deberemos renunciar públicamente a la administración de esta parte del mundo. Ya que como especie dominante demostramos nuestra irresponsabilidad en este país autodenominado Argentina.
Un grupo de homínidos soberbios, irresponsables, anómicos, belicistas y autodestructivos.
Era preferible vivir de joda, creyendo que el mesías de turno sabía qué hacer y que no era necesario establecer el destino propio y colectivo.
O sea, no transitamos la incertidumbre si no que somos creadores de fatalidad.
Todas las especies saben en esta tierra que los argento no creen en la coexistencia pacífica entre especies y menos entre ellos. Nos cargamos un país y ahora el país se sacude a los parásitos y no puede ni le interesa saber quiénes son o no son.
No hay que preocuparse, porque cuando este país se siente lastimado solito se cura.
Tuvimos nuestra oportunidad y la usamos como irresponsables y sin miedo a las consecuencias. Y a esto lo llamamos libertad. A los gritos y con el peor fanatismo.
Como dice el Samurai, --“Si todos los días te levantas pensando y aceptando cómo vas a morir, llego la hora de aprender que la muerte era y es parte natural de la vida”,-- lo que no es natural es que busquemos la muerte propia y ajena como retrasados morales y le echemos la culpa a los demás.
Doctor Gerardo Tozzi.
Intelectual no vinculante con nada ni nadie
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