De distintas maneras, los pensadores más lúcidos nos informan sobre un cambio de época. En efecto, estamos en un cambio de paradigma que aún no logramos visualizar completamente por encontrarnos dentro de la misma ola que está cambiando este tiempo, sus valores y los proyectos. Cuando esto sucede, reaparece la filosofía para ayudar a preguntarnos sobre estos nuevos valores y confrontarlos con los del pasado, aquellos que hemos sostenido hasta hace poco. Suenan con fuerza términos -conocidos algunos y otros menos- como Metafísica; Nihilismo; Ética y Moral, entre otros. Hay un debate a flor de piel aún en desarrollo, sobre la ética en las decisiones políticas y de las conductas individuales y sociales que intentan dar una respuesta a este cambio de paradigma.
El problema de la tensión entre política y moral no es nuevo, viene desde la antigüedad griega, con Platón, y hay momentos históricos en el que resurge con mayor fuerza. Éste quizás sea uno de esos momentos. Platón intentó "alinear" la política a un "bien", es decir a un principio ético. Hoy sabemos por la historia que aquello no terminó muy bien y el propio Platón sufrió cárcel como consecuencia de su proyecto plasmado en "La República".
En el Renacimiento aparece Maquiavelo, que va a decir que la moral no tiene nada que ver con la política. Para él, la política es otra cosa y no se ordena en función de un bien sino de intereses y del poder. La búsqueda del poder está por encima de cualquier otra valoración en este discurso.
La Corrupción como problema filosófico:
En el fin del siglo XX y la primera década de este siglo XXI, el debate sobre la ética y la moral se pone otra vez sobre la mesa en un momento de crisis para los proyectos políticos de masas. Ahora parece que las políticas fallan no porque estén mal diseñadas desde su génesis ideológica sino que fracasan como consecuencia de la inmoralidad del dirigente político que intenta ponerlas en práctica. Por otra parte, se trata de un viejo argumento del liberalismo y el fracaso de sus políticas en la Argentina a través de todo el siglo pasado, ya sea con gobiernos civiles y democráticos, o militares. Ah sido y es un lugar común para explicar el fracaso de un "modelo". Se suele decir: "los políticos roban".
Solo para recordar, de estos últimos 35 años tenemos unos cuantos casos emblemáticos, comenzando con los famosos "pollos de Mazzorin", "la leche" de Spadone y las cajas "PAN". Ya en el nuevo siglo tuvimos varios, el del ex secretario de transporte Ricardo Jaime, condenado por coimas diversas que terminaron en la tragedia de Once. También el caso del vicepresidente Amado Boudou y su vinculación con la ex imprenta Ciccone y otros varios etcéteras. Los cuatro años del gobierno de Macri también hicieron su aporte pródigo a la corrupción, están en proceso varias investigaciones que incluyen al propio ex presidente.
Nadie discute el modelo o el relato que sostuvo o sostiene a esos dirigentes. Lo que se observa es que cada vez que desaparece la convicción política que moviliza o movilizaba a gran cantidad de sujetos políticos aparece el problema de la corrupción. Lo único que puede impedir que la corrupción se instale en la sociedad como algo habitual es la convicción política.
En este contexto, la filosofía debe o debería cumplir un papel fundamental para la reflexión más profunda en nuestra sociedad y nada mejor que implementarla desde los más básicos niveles de educación para formar ciudadanos pensantes, capaces de soñar y de poner en marcha un nuevo país, una nueva sociedad.
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