Horacio Rodríguez Larreta con el apoyo de todos los integrantes de Juntos por el Cambio interpuso un recurso legal para impedir la ejecución del DNU del gobierno nacional que imponía restricciones a la circulación y suspendía las clases presenciales por 15 días.
Más allá de las interpretaciones legales que se hicieron y hacen sobre la acción de Rodríguez Larreta, se trata lisa y llanamente de un acto de sedición de la ciudad autónoma de Buenos Aires, que, vale la aclaración, no es una “ciudad autónoma”. El artículo 129 de la Constitución Nacional expresa literalmente: “La ciudad de Buenos Aires tendrá un régimen de gobierno autónomo, con facultades propias de legislación y jurisdicción, y su jefe de gobierno será elegido directamente por el pueblo de la ciudad…”
¿Por qué la decisión de Rodríguez Larreta es un acto de sedición? También surge de la misma Constitución Nacional. Serán acusados de sedición aquellos que se alzaren públicamente para impedir la ejecución de las leyes nacionales. Así lo afirma el artículo 230, inciso 2: “Serán reprimidos con prisión de uno a cuatro años: Los que se alzaren públicamente para impedir la ejecución de las leyes nacionales o provinciales o de las resoluciones de los funcionarios públicos nacionales o provinciales, cuando el hecho no constituya delito más severamente penado por este código.”
La CABA dejó de ser la Capital Federal de todos los argentinos para recuperar su condición de ciudad unitaria y sediciosa donde el Poder Ejecutivo Nacional vive de “alquiler”. Como decía el ex presidente de la Nación, Nicolás Avellaneda, “que gobernó entre 1874 y 1880, “no tengo jurisdicción ni sobre el vigilante de la esquina”. Pasaron casi 150 años de esa frase pero tiene una dramática actualidad.
“Casa (gobierno) tomada”
Finalmente el martes 4 de mayo la Corte Suprema de la Nación, máximo tribunal de justicia de nuestro país le dio la razón a Rodríguez Larreta. El fallo de la Corte no sólo le dio la razón al reclamo de la CABA de mantener las escuelas abiertas, sino también fue una muestra de la justicia en Argentina. En efecto, los “cortesanos” fallaron sobre un DNU (Decreto de Necesidad y Urgencia) que ya había vencido el pasado 30 de abril, es decir fue una resolución judicial abstracta, sobre algo que de hecho ya había sucedido.
¿Imaginan ustedes si se hubiera tratado de decidir sobre un condenado a muerte? ¿Qué decir de las miles de personas que peregrinan durante años para obtener un acto de justicia por otros temas, por caso los reclamos de reajuste de los jubilados que, dicho sea de paso, la corte se los negó?
Los jueces de la Corte Suprema tienen sueldos de siete cifras y no pagan ganancias, pero sí pueden hacer un zoom para declarar que docentes que no llegan a cubrir la canasta básica tienen que trabajar de manera presencial.
El imaginario social puede suponer que la Corte Suprema es un ámbito impoluto de justica, sin embargo está equivocada. El máximo tribunal de la Nación sólo es la muestra de la politización de la justicia en la Argentina, no de ahora, sino, probablemente desde el comienzo mismo de la organización nacional en el siglo 19. Nada más recordar los versos del Martín Fierro donde sugiere hacerse amigo del juez. No es exclusivo de estos tiempos por supuesto.
Ya en 1930, una corte Suprema de entonces avaló y declaró constitucional los golpes de Estado. Un poco más cercano en la historia, en 1976, la Corte Suprema de entonces juró por el “Estatuto para el Proceso de Reorganización Nacional” dictado por la junta militar que dio el golpe el 24 de marzo de ese año. Es decir, los jueces en general y en particular los integrantes de las sucesivas cortes supremas no fueron ni son “independientes” de nada. Fueron y son una “casta” parasitaria que un auténtico gobierno del pueblo debería reformar desde la raíz.
¿Qué puede hacer el gobierno nacional tras este fallo? Nada. El gobierno es débil, no pudo frenar los aumentos de las telefónicas porque un juez se lo impidió; no pudo expropiar Vicentín porque otro juez se lo impidió; afirman que no podrá subir las retenciones al campo porque otro juez se lo impediría. El gobierno está como en el cuento de Julio Cortázar, “Casa Tomada”. Poco a poco la oposición, con el apoyo incondicional de los jueces va “ocupando” los diferentes ambientes del gobierno. Y, de no haber decisiones políticas a favor del 50% de los pobres, marginados y desocupados de este país, también va a perder su base social, y de ahí a perder el gobierno hay un solo paso. Mientras tanto Rodríguez Larreta festeja en silencio y se frota las manos.
Un pelotazo en contra
El Pro y Juntos por el Cambio gobiernan la CABA desde 2007, dos periodos de cuatro años, Mauricio Macri primero y luego lo sucedió Rodríguez Larreta, quien transita su segundo mandato. Durante todo este tiempo la educación en la ciudad y luego en la Nación, cuando Macri asumió como presidente, fue en retroceso.
Se desfinanció la educación en CABA y después a nivel nacional, se canceló el proyecto “Conectar Igualdad” que otorgaba computadoras a los estudiantes; en provincia de Buenos Aires la falta de inversión incluso provocó dramáticas muertes por accidentes evitables. No crearon ni una sola escuela nueva ni en CABA ni en Nación. Sin embargo, ahora hacen de la educación su bandera. La decisión de Rodríguez Larreta se trata sólo de un acto de oposición política, no es la educación lo que le importa aunque se llene la boca con esa palabra.
Usan la educación como un factor de desestabilización política, nada más, no hay auténtico interés en la educación. No interesa lo que diga o decida el gobierno de Alberto Fernández, de lo que se trata es de oponerse a lo que sea. Desde el inicio de su gestión en diciembre de 2019, incluso antes, la oposición de Juntos por el Cambio y sus aliados en los medios de comunicación se dedicaron sistemáticamente a horadar la acción de gobierno. Luego en marzo del año pasado, ya sabemos, llegó la más grave pandemia jamás padecida a nivel mundial. Y acá estamos, soportando lo insoportable pero tratando de sobrevivir.
La pandemia puede derrotar al gobierno
Quedó demostrado: el gobierno no tiene poder sobre la sociedad para mantener cerradas las escuelas. Especialmente la clase media, manipulada por los medios de comunicación, presionó con éxito para no cumplir con el DNU dictado por el gobierno nacional. Hay una tremenda “shitstorm” (tormenta de mierda) según el concepto desarrollado por el filósofo Byung – Chul Han.
La shitstorm es responsable de la falta de respeto hacia el poder legítimamente y legalmente constituido. Los medios de comunicación desataron desde el comienzo mismo una terrible tormenta de mierda y miedo generando una creciente descomposición del poder y más debilidad en la acción de Fernández. Los medios de comunicación, especialmente el grupo Clarín, La Nación y otros menores pero no menos importantes son especialistas en generar olas de indignación por cualquier motivo cuyo único propósito es esmerilar al gobierno.
Sin embargo, ésta sociedad cuya indignación es promovida por los medios de comunicación y la oposición política, carece de firmeza, no hay “rebeldía” auténtica, es más bien una “histeria” colectiva. La “obstinación” es la característica principal de este sector de la sociedad. No permiten ninguna comunicación razonable y lógica, ningún diálogo es posible. Esta ola de indignación no tiene ninguna identificación con la comunidad. Esta indignación no responde a ningún “nosotros” que muestre interés por el cuidado conjunto de la sociedad.
Macri, Rodríguez Larreta y toda la banda de Juntos por el Cambio saben que solo podrán triunfar en las elecciones de octubre y después en la presidencial de 2023 si logran que antes triunfe la pandemia del Covid-19. La hipocresía de la oposición no tiene límites. Se trata de una sedición, por los artículos ya mencionados de la Constitución, y también porque es un acto de oposición política donde se pone en juego la salud de los estudiantes pero también de toda la sociedad.
Salud y Educación Pública, dos pilares del Estado
Fueron y son fundamentales para la construcción de un Estado pero hay una jerarquía que respetar. La educación es inviable sin salud. Primero está la salud. Si no hay salud no hay educación pero tampoco puede haber industria. Es necesario un pueblo sano y vigoroso para que haya Educación e Industria, pilares claves de cualquier Estado moderno.
No existe un pueblo enfermo, salvo aquellos que fueron esclavizados en la historia, que pueda prosperar, produciendo y generando todo aquello que es necesario para que un país pueda crecer y desarrollarse. Lo primero es preservar la salud, todo lo demás vendrá por añadidura. ¿Sabe esto la oposición? Sí lo sabe, pero todo el tiempo altera el discurso, exacerbando el individualismo a extremos insospechados.
Han sido educados en el egoísmo individualista rayando con la miseria más vil y ruin que se pueda apreciar. Son odiadores seriales que también saben que la única forma de derrotar al gobierno es socavando todas las medidas sanitarias que se están tomando. Si no vienen vacunas se critica, si vienen vacunas de Rusia es veneno. Ya se supo que son muy buenas, entonces son pocas, y ahora la china tiene poca eficacia, pero el ritmo de vacunación es lento y los hisopados no son suficientes; pero algunos se vacunaron y no les correspondía, y un largo etcétera que no tiene límites. La lucha contra el Covid-19 no es sólo una cuestión sanitaria y de vacunación, también es una cuestión social y de respeto a normas establecidas desde un poder legal y legítimo.
El egoísmo de EEUU y sus aliados, y el negocio de los laboratorios
Lamentablemente el “bicho” vino para quedarse. Todos los especialistas coinciden que el virus va a convivir con nosotros largos años y nuestra chance es la vacunación masiva, el mejoramiento progresivo de esas vacunas para inmunizarnos, el respeto y la solidaridad social para pensar en un regreso a una relativa normalidad.
En este sentido hay que aclarar la intencionalidad política en el acaparamiento de vacunas por parte de algunas potencias, y los intentos de algunos laboratorios de hacer un negocio espurio, como fue el caso de Pfizer y su intento de reclamar y comprometer aspectos soberanos para vender su vacuna.
El capitalismo liberal, como nuestra oposición, no tiene límites. El mundo está en crisis generada por un capitalismo salvaje del “sálvese quien pueda”. La destrucción de la naturaleza provocada por el capitalismo liberal en estos últimos 200 años no tiene parangón, al punto que la propia naturaleza desarrolla sus defensas y, quizás, éste maldito virus sea una de ellas.
Este no es el primero ni el último virus que nos va atacar, si el ser humano sigue depredando el planeta, sin dudas vendrán muchos más hasta que seamos exterminados como especie. Desde los centros de poder capitalista se sabe que esto es posible, quizás no sea una casualidad la invasión de series y películas que desarrollan como temática el fin del mundo tal como lo conocemos.
Las políticas de control social promovidas por los factores de poder mundial no son nuevas, hay muchos ejemplos en la historia reciente, y parten de la idea de que ciertos grupos de población son “sacrificables” para conservar un “equilibrio” que mantenga en el poder a una élite determinada. Hay cuestiones ideológicas detrás de la pandemia y deben ser discutidas.
Solo recordar lo que fue la pandemia de la poliomielitis, seis años duró la lucha contra esa enfermedad, entre 1956 y 1962. Esa pandemia se derrotó porque Jonas Salk y Albert Sabin renunciaron a las patentes de sus investigaciones que derivaron en la vacuna que se transformó en un bien salvó a la humanidad. Sin embargo, ahora asistimos al escándalo más miserable del capitalismo salvaje y depredador que concentra todos los recursos en los países “centrales” en detrimento del resto del mundo, y hace un negocio especulativo con las vacunas. Estas cosas son necesarias discutir si queremos avanzar hacia una sociedad mejor y más solidaria.
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