Cuanto más tiempo permanecen las personas en un medio uniforme - en compañía de otros "como ellos" con los que se pueden "socializar" de modo superficial y trivial sin exponerse a malentendidos y sin tener que bregar con la molesta necesidad de traducir entre distintos universos de sentido- mas probabilidades hay de desaprender el arte de negociar significados compartidos y un modus convivendi agradable para todos.
(Felix Losada, 2008)
Hace décadas que el proceso de aprender miserablemente a vivir en medios uniformes endogámicos, mafiocráticos, superficiales y triviales se convirtió en un momento histórico cúlmine de una tendencia de la sociedad argentina que desde 1930 se dedico a eximirse de la tarea formidable de aprender distintos universos de sentido y de vivir en la miseria intelectual de la reducción satisfactoria de un solo sentido de verdad absoluta.
Por eso llegamos a la formal proscripción de las ideas diferentes y de la triste y cobarde frase de los que dicen tolerar todo por sus hijos, "ES LO QUE HAY" o "TENGO UNA HIPOTECA Y DOS GATOS", y lo que hay es literalmente una mierda endogámica y del peor aprendizaje, las facciones de un solo sentido, tribales, triviales, superficiales, arreligiosas, uniformes, mediocres, y últimamente brutas y groseras, que solo pueden demostrar bienes y seguridad económica en una sociedad de pobres, y de indignos.
Desde 1930, en que la facción militar -populista, con sus métodos alternativos, de golpes de estado y gobiernos nominalmente elegidos, se fueron sucediendo en sucesivas endogamias, para el control del Estado y su caja, de la cual nunca dejaron nada, declarando causas incuestionables para la chusma, la República, fue dinamitada y la historia asesinada.
Pero la fruta del postre la terminaron de consumir cuando declararon a la educación secundaria un jardín de infantes para adolescentes consumidores de pelotudeces financiadas por los padres, propuestas por el mercado y toleradas por el Estado. Un Ministerio de Educación que debería entregarse al Isis sin culpa ni remordimiento por haber hipotecado las generaciones de ciudadanos latentes que terminaron aprendiendo la endemia financiera e improductiva como forma de vida natural.
Bien, ahora que no somos mas que socios de los miserables venezolanos, de los teocráticos iraníes, de los mafiosos rusos y de los keinesianos comunistas chinos, no podemos mas que comprender que nuestra endemia no tiene fronteras, con tal de no aprender nos incorporamos a cualquier construcción cultural, del Occidente cristiano a la china popular, y de los Marcianos invasores, a los racionalistas vulcanos del Señor Spok.
Todo con tal de no tener que hacer el ejercicio de aprender, y así no exponernos a ninguna necesidad de traducir distintos universos de sentidos, por eso las escuelas son tan pobres, tan lacrimógenas. Las maestras son todas iguales y los alumnos hacen las mismas torpezas que de jóvenes solo tienen la edad.
A horas de alcanzar el punto de no retorno, es mi esperanza que esta sociedad abandone la pseudomafia capitalista de amigos, la idea que entre los de uniformes se puede encontrar la disciplina y por una vez se decida aprender, que el universo tiene distintos sentidos y que negociar con ellos sus significados no es mas que una imitación humana de lo que Dios hace cuando hace convivir en un modus convivendi agradable con todo el universo.
Solo los argentinos pueden declarar que como el Papa es argentino, pueden ser tan torpes que creen que Dios le puede dar al universo y a cada especie un sentido absoluto de la creación. Por fortuna la creación se abre paso a pesar de los argentinos y nos deja miserables en un modo desagradable de convivencia por ser arbitrarios, endogámicos y uniformes.
Es una oportunidad de aprender, tras 70 años de decadencias uniformes soberbias, para tener un poco de disconformidad y desagrado que nos decida a aceptar que los diversos universos de sentido se integren en una democracia republicana regida por la ley, será el eje del desarrollo y el alejamiento definitivo de los fanatismos, la inmadurez, la muerte prematura de nuestros jóvenes ya naturalizada, la violencia salvaje, la rebelión sin causa y la grosería inculta como lenguaje inclusivo.
Desde mi irrevocable exclusión escribo este ultimo artículo con la esperanza no de mi propia inclusión si no que aquellos que fueron mis alumnos de los últimos 40 años y mis amigos nunca tengan que sufrir o dejen de hacerlo de semejante ignominia producto de la mafiocracia uniforme y mediocre de los últimos 70 años.
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